Una Europa más competitiva e inclusiva pasa por fortalecer sus ecosistemas territoriales de innovación
La investigación y la innovación se consolidan como una de las piedras angulares del nuevo mandato de la Comisión Europea. En su discurso inaugural en el Parlamento Europeo, Ursula von der Leyen identificó la innovación como uno de los tres pilares centrales de su agenda para los próximos cinco años. Esta apuesta responde a un reconocimiento generalizado del papel esencial que desempeñan la investigación y la innovación en la generación de conocimiento, la solución de desafíos sociales y el fortalecimiento de la competitividad europea.
La investigación y la innovación se consolidan como una de las piedras angulares del nuevo mandato de la Comisión Europea. En su discurso inaugural en el Parlamento Europeo, Ursula von der Leyen identificó la innovación como uno de los tres pilares centrales de su agenda para los próximos cinco años. Esta apuesta responde a un reconocimiento generalizado del papel esencial que desempeñan la investigación y la innovación en la generación de conocimiento, la solución de desafíos sociales y el fortalecimiento de la competitividad europea. Informes clave como el de Draghi y el de Heitor refuerzan esta visión, aunque dejan aún un vacío: la necesidad de dar mayor protagonismo a la dimensión territorial de los ecosistemas de innovación.
Europa necesita ecosistemas de innovación sólidos, interconectados y anclados en sus territorios. Las regiones y ciudades son los espacios donde se articulan las verdaderas dinámicas de innovación, conectando al sector público, la academia, el tejido empresarial —en especial las pymes— y la sociedad civil. Este enfoque, conocido como cuádruple hélice, cobra especial importancia en la actual coyuntura de transición ecológica y digital, en la que se exige una respuesta ágil, colaborativa y adaptada a las realidades locales.
El marco financiero plurianual posterior a 2027 debería avanzar hacia un modelo más coherente y accesible de apoyo a estos ecosistemas locales. La experiencia demuestra que sin estructuras de apoyo locales sólidas, las pequeñas y medianas empresas no pueden participar en procesos de innovación ni acceder a las oportunidades de colaboración internacional. En regiones como el suroeste de Finlandia, más del 20 % de los fondos Horizon Europe han llegado a empresas —en su mayoría pymes— gracias al funcionamiento eficaz de los ecosistemas locales. Actualmente, el programa Horizonte Europa ya incorpora instrumentos como los Ecosistemas Europeos de Innovación (EIE), las Misiones de la UE, las Asociaciones Europeas o las iniciativas como los Valles de Innovación Regional. Sin embargo, estos instrumentos se encuentran dispersos, con criterios, enfoques y beneficiarios diferentes. Se hace necesario, por tanto, un marco más claro y coordinado que simplifique el acceso, promueva sinergias entre programas y garantice una mayor continuidad en el tiempo.
Además, para cerrar la brecha en innovación entre regiones más avanzadas y otras con menos capacidades, es esencial fomentar la colaboración entre ecosistemas líderes y emergentes, apoyar el desarrollo de capacidades, facilitar el liderazgo institucional local y empoderar al talento ya existente. Esto no solo impulsa la competitividad europea en su conjunto, sino que también combate el creciente malestar en los territorios atrapados en trampas de desarrollo económico. En este sentido, ERRIN (European Regions Research and Innovation Network) propone una serie de recomendaciones estratégicas: establecer un marco claro de apoyo a los ecosistemas territoriales de I+D+i dentro del próximo FP10, consolidar instrumentos como los Regional Innovation Valleys o las Smart Specialisation Strategies, e integrar de forma real y efectiva a los actores locales en las estructuras de gobernanza de las grandes alianzas y partenariados europeos.
Asimismo, resulta urgente abordar las limitaciones operativas que hoy impiden el despliegue efectivo de mecanismos de cofinanciación entre Horizon Europe y fondos estructurales, como el FEDER, a través de orientaciones claras, experiencias compartidas y plataformas que permitan aprender de las sinergias ya existentes. Instrumentos como los Digital Innovation Hubs o el programa I3, que promueve la inversión interregional, demuestran que una aproximación basada en ecosistemas territoriales es efectiva para conectar a pymes, escalar soluciones tecnológicas y construir cadenas de valor robustas a escala europea. También los Hydrogen Valleys se perfilan como espacios clave para pilotar soluciones innovadoras en energía limpia, pero necesitan más apoyo para su sostenibilidad a largo plazo, así como una mayor conexión entre ellos.
El próximo programa marco de investigación e innovación y el Fondo de Competitividad deben ir más allá del enfoque “top-down” tradicional y apostar por una gobernanza verdaderamente multinivel. Invertir en ecosistemas de innovación locales es invertir en resiliencia, cohesión territorial y en una Europa más competitiva, inclusiva y sostenible. Para lograrlo, es imprescindible reconocer que la innovación sucede en lugares concretos, y que esos lugares necesitan herramientas, autonomía y capacidad para desplegar todo su potencial.
Más información en este enlace.