Los alumnos de jardinería de Catarroja trabajan en “El Exilio”

Los alumnos de primer curso de jardinería de la Escuela de Capataces de Catarrosa se desplazan diariamente a “El Exilio”.

 

Este es el nombre del jardín colindante a la zona de aulas del centro. Antiguamente era una vaquería y cuando se cerró hace dos décadas aproximadamente se empezó a utilizar para realizar prácticas de manejo de tractores.

 

Posteriormente, con la entrada en vigor de los ciclos formativos de la Logse, el profesor Vicent P. Canós comenzó a hacer un lago y a cultivar plantas para crear un jardín que se sustentara con los propios elementos naturales de la zona regada por las aguas de la Albufera.

 

En las clases prácticas, debido a que los alumnos salían de la escuela para desplazarse unos metros hasta el jardín se empezó a hacer habitual entre ellos decir que se iban al exilio. De ahí el nombre del jardín del Exilio.

 

 

150 especies “exiliadas”

 

El principal punto de interés del jardín es que ha sido realizado exclusivamente por los sucesivos cursos de jardinería de los últimos 11 años.

 

Tiene más de 150 especies y el objetivo principal es conseguir que “el exilio” perviva sin necesidad de riegos ni cuidados adicionales una vez se consiga arraigar la especie.

 

 

 

Por ello procuran mezclar especies mediterráneas con otras que no siéndolo llevan mucho tiempo en estos jardines, a la vez que se añaden otras nuevas especies sin prácticamente referencias en cuanto a cultivo.

 

En invierno la zona baja del jardín está llena de agua embalsada que nutre a las plantas de gran cantidad de alimento mientras que en verano, cuando ya se usa el agua de las acequias, “el exilio” queda seco y deja a la vista la tierra arcillosa y un aspecto árido del terreno.

 

A pesar de ello, sólo con el riego de algunas plantas jóvenes que necesitan más cuidados, de los que se encarga el propio profesor, el resto del jardín se mantiene sin intervención hasta la incorporación de los nuevos estudiantes en septiembre que comienzan sus prácticas desbrozando el terreno.

 

Posteriormente, se distribuyen en grupo que se hacen cargo de unos metros del jardín para aprender y cuidar metro a metro con las plantas que florecen sin intervención de los jardineros y de las otras con la que sí están experimentando.

 

Alumnos vocacionales

 

“Los grupos de alumnos son heterogéneos y en el caso del grupo de primer curso de jardinería de este año hay algunos que han despuntado mucho por su interés y capacidad”, ha comentado Canós.

 

La diputada de Educación, Oreto Segura ha destacadola implicación de los alumnos en el desarrollo de este curso y en las prácticas que están realizando dentro y fuera de la escuela con tan buen nivel.

 

Algunos de los alumnos han tenido contacto con temas de jardinería o floristería antes de entrar en la escuela pero hay muchos otros que empiezan sin tener ninguna noción pero que se integran rápidamente porque las plantas, si los alumnos tienen un mínimo de sensibilidad, ven enseguida los resultados.

 

Canós dice que “lo que hay que tener son ganas porque una vez que empiezan es cuando pueden aprender mucho y decantarse por una salida profesional. En este curso muchos de ellos han cambiado sus expectativas iniciales y ahora les gusta más el mantenimiento de jardines que otras especialidades, hacen una pequeña inversión para ser autónomos y tener su propio negocio”.

 

Una de las alumnas, Carolina Torregrosa, valora del curso que “lo que más me ha gustado han sido las prácticas porque es de lo que menos se sabe al empezar pero es lo que tienes que dominar a la hora de trabajar”.

 

Del mismo modo, Carolina piensa que “en jardinería el trabajo creo que está bastante bien porque la calidad se nota mucho ya que es una cosa muy visual y si eres bueno los clientes sí que te llaman para que les arregles el jardín”

 

 

 

 

 

 

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